Locales emblemáticos o no
La desaparición de locales emblemáticos es una pérdida histórica para cualquier población, sea Barcelona o el pueblo más alejado de nuestro país.
Pero una vez constatada esta realidad debemos poner las cosas en su sitio y cuestionarnos muchas otras. Quizás si ponemos muchos interrogantes sobre la mesa nos ayudarán a encontrar mejor la solución, que nunca es fácil.
Mucho se ha escrito sobre la imposibilidad de pagar los alquileres actuales de mercado y, sin duda, esto es una realidad en varias calles de Barcelona, pero hay otros centros de barrios o de poblaciones que no sufren este problema y, en cambio, no se pueden pagar ni los alquileres de un mercado nada especulativo -no debemos olvidar que nos ha llegado un 31 de diciembre de 2014 en plena crisis-. Deberíamos pensar, por tanto, en términos de normalidad; esto es, en todos aquellos locales afectados y que no son objeto de la gran presión del centro Barcelonés.
Las miradas giran hacia la propiedad como si fuese la responsable final del cierre de una actividad y creemos que es absolutamente injusto en la mayoría de casos basándonos en los siguientes argumentos:
- Los propietarios cobran una renta totalmente fuera de mercado desde muchos años antes de la publicación de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994.
- Los incrementos de renta que la ley de 1994 puso en marcha paliaron bastante la situación, pero en ningún momento llegaron al precio de mercado. Por tanto, el atraso es de mucho más de 20 años – podemos pensar con 30 y 50 años de renta desfasada.
- Por último, ha habido 20 años para poder negociar un nuevo contrato con situaciones mucho más favorables, sobre todo para hacerlo sin ningún tipo de presión, pero eso significaba, naturalmente, pagar unas rentas más altas desde ese momento hacer y era cuestión de que alguien tomara la iniciativa.
Nuestra empresa tomó esta iniciativa hace 10 años y recondujo todos sus contratos. Todo el mundo ganó: los propietarios cobraban 10 años unas rentas mejoradas y, a cambio, los inquilinos alargaban muchos más años el contrato.
También debemos tener claro que durante muchos y muchos años han gozado de ventajas con relación a sus competidores, que pagaban alquileres actuales por sitios mucho peores.
La realidad, pero es muy cruda, ¿podemos realmente estos negocios históricos sobrevivir pagando una renta de mercado? ¿El problema es la renta o la actividad en sí misma?
Podemos pensar que si hubiera habido, desde hace muchos años, una renta de mercado, estos problemas ya no existirían, se habrían visto obligados a reinventar el negocio para hacerlo rentable o traspasarlo en buenas condiciones.
Aunque parece que estamos en una calle sin salida, no tiene por qué ser así.
A la propiedad tampoco le conviene tener locales vacíos y no en todas partes existe una demanda dispuesta a abrir una nueva actividad.
Contamos con la posibilidad de una total libertad de pactos, por tanto, se pueden fijar precios de forma escalonada que reduzcan el impacto inicial de la renta.
Podría pensarse en permitir un traspaso si realmente la actividad no puede alcanzar una renta de mercado. También se podría pensar en lugares realmente históricos y, en consecuencia, con necesidad de conservarlos como patrimonio de la ciudad, con fórmulas fiscales que minoraran el impacto del alquiler (un IVA reducido, anulación de tasas municipales y/o una desgravación en renta al propietario podrían ser opciones).
Es hora de negociar y negociar. Propietario e inquilino tienen un interés común: que el local y la actividad sean rentables.
Joana Amat Amigó.
Coodirectora General de Amat Immobiliaris.