Calles barcelonesas desaparecidas
Como ciudad viva que es Barcelona, durante los años su estructura ha ido cambiando, edificios antiguos han desaparecido, otros nuevos han modificado su perfil y calles con historia han cambiado su nombre o han sido modificados. En los primeros años del siglo XX con el proyecto Reforma muchas de estas vías desaparecieron por completo en Ciutat Vella. Este proyecto, cuyo objetivo fue la apertura de la Vía Layetana entre Urquinaona y el mar, modificó profundamente la fisonomía de la ciudad antigua y obligó a desplazar a miles de personas. Habría que esperar hasta las actuaciones pre-olímpicas para vivir otra vez una reforma de tales dimensiones.
Antes del siglo XX Ciutat Vella era una telaraña de calles estrechas y oscuras con una gran densidad de población que indicaba la necesidad desesperada de espacio que tenía la ciudad. Barcelona crecía y crecía, pero no podía abrirse horizontalmente debido a las murallas. La aglomeración de personas en callejuelas casi convertidas en túneles comportaba graves problemas de salubridad y seguridad pública.
El Archivo Fotográfico de Barcelona conserva imágenes de muchas de esas calles ahora desaparecidas.
La apertura de la Vía A, como se llamó a lo que sería la Vía layetana, supuso la desaparición de 85 calles, aunque algunas de ellas, como el de las Doncellas, no medía más de un metro de ancho.
Antoni Vallescà, autor de un libro publicado en 1945 por la librería Millà con el título Las calles de Barcelona desaparecidas, explica: » No sin embargo, en otros, como el de Basea, que fue un emporio del comercio, no dejaba de haber edificios suntuosos y abundaban las portadas, los patios, ventanales y balcones y otros detalles arquitectónicos de mérito singular.»
Algunas de estas calles hoy desaparecidas son la de Graciamat, que iba desde la Riera de San Juan, también desaparecida, hasta la plaza del Oli, y que parece que llevaba el nombre de una familia que había sido propietaria de terrenos en esa zona; o la calle de la Fenosa, que salía de la calle de la Argenteria y que, según Antoni Vallescà, debía su nombre a que estaba lleno de heno. El mismo autor añade que esta calle se había llamado también de las Escuelas Novejas, porque hubo la primera escuela del “sistema moderno”.
Una calle desaparecida con un nombre curioso es la de las Banquetas que iba de la calle Ample a la de Gignàs. Según Víctor Balaguer, este nombre sería una deformación de barquitas, ya que estaba en el lugar donde antiguamente estaba la playa en la que se dejaban las barcas. Algunas calles no se derribaron del todo. Éste es el caso de la calle de Basea, de la que queda un pequeño tramo cerca de Santa Maria del Mar. Era una calle muy comercial —y las imágenes dan fe de ella—, que iba desde la plaza de l’Àngel hasta la calle de la Argenteria con un trazado irregular. Antoni Vallescà afirma que fue una calle importante con edificios señoriales.
Una de las imágenes curiosas que se conservan en el Archivo es la de la calle de Malla. Se pueden ver dos criaturas sentadas en plena calle y otras dos derechas. En los bajos de las casas de la esquina derecha de la foto hay unas curiosas puertas batientes detrás de las cuales aparecen las caras de algunas personas adultas. Esta calle, que anteriormente se había dicho de Ferran, parece que debía el nombre a un rico propietario llamado Guillem Malla. Era un callejón donde había un buen número de obradores de platería.
Otra calle que desapareció con la llamada Reforma es la de Fondito. Fue un callejón pequeño, pero con bastante historia. Se entraba desde la calle del Consolat, la actual calle del Consolat de Mar, y no tenía salida. Según Vallescà tenía una vuelta a la entrada y su nombre era una deriva