La plaza de Felip Neri, testimonio de una ciudad asediada
Entre las calles estrechas del Barrio Gótico y los muros que esconden la historia del Call Jueu, se esconde la Plaza de Sant Felip Neri, recibidor de la iglesia que le da su nombre, un templo de estilo barroco que aun conserva en sus paredes las heridas de la Guerra Civil Española.
La plaza se erige en el antiguo cementerio de Montjuic de Obispo, rodeada de edificios renacentistas y presidida por una fuente exagonal que parece no haberse secado nunca y que ha sido objeto de cámaras de turistas, de anuncios y vídeos musicales.
Frame del filme Vicky Cristina Barcelona
Frame del videoclip My Immortal de Evanenscence
Este singular rincón explica sin palabras una parte importante en la historia reciente de Barcelona y de ahí, también, parte de su encanto. El 30 de enero de 1938, un artefacto hizo explosión en la plaza dejando 42 muertos, la mayoría de ellos niños que se encontraban en el refugio antiaéreo de la iglesia, y destruyendo las casas adyacentes. Al contrario de lo que se cree, las marcas en las paredes del templo no son debidas a los fusilamientos que hubieron en esa época sino a la metralla de las bombas que cayeron esa noche.
Las marcas resultantes de la metralla de esa explosión han quedado expuestas en la parte inferior de los muros de la iglesia y en el momento que reina el silencio cuando los niños del colegio adyacente no corren por la plaza, parece que puede aun oírse el silbar de las bombas.
Adolf Florensa se encargó de la reconstrucción de la plaza y de las fachadas renacentistas de dos edificios sin reconstruir para crear dos accesos desde la avenida Catedral y Vía Layetana y actualmente es parada obligatoria para turistas.