Luces y sombras de la intermediación inmobiliaria
Las sombras
El pasado 29 de enero se publicó un artículo sobre la intermediación inmobiliaria que llevaba por título “Tretas, trucos y artimañas inmobiliarias”
Tengo que confesar que cuando le leí me puso de muy mal humor, porque describe una forma de hacer con la que no nos sentimos para nada identificados, ni nosotros ni otras empresas del sector, pero sí seguramente una mayoría.
El artículo habla de una película mítica -“Glengarry Glen Ross (1992)”- que, con unos actores extraordinarios, describe el ambiente de la selva Inmobiliaria en Chicago donde el todo vale es la ley por tal de conseguir una venta. En Barcelona la hicieron en teatro, creo que a principios del 2000, y recuerdo que fuimos todo el equipo comercial de aquel momento para que tuviésemos claro lo que NO queríamos hacer. Recuerdo también que quedamos fuertemente impactados.
Han pasado los años, y pocas cosas han cambiado. Con esto acierta el artículo: Hoy hay en Barcelona muchísimos trabajadores por cuenta propia –“falsos autónomos” en realidad- con el encargo de peinar las calles que la agencia para la que en realidad trabajan les ha asignado. Cobran si consiguen los inmuebles y, por eso, conseguir su objetivo, sea como sea, es para ellos imprescindible. Ha vuelto la ley de la selva, mientras nosotras y otros como nosotros –seguramente pocos- luchamos, no solo para tirar adelante nuestras empresas, sino también para dignificar una profesión que en nuestro país está muy poco reconocida. La verdad es que no es fácil y tiene poco atractivo periodístico.
La Luz
Con su autorización, copio literalmente el correo electrónico que hemos recibido de un propietario de un piso que hacía tiempo que no podía pagar, al ser comunicado que éste había encontrado trabajo.
“Me alegra sobre manera esta noticia. Es un regalo magnífico. En primer lugar por el inquilino. Si no actué contra él fue por haber podido empatizar por su situación. Espero que con este nuevo empleo pueda normalizar su situación, que desaparezca su angustia y pasar unas buenas fiestas con su familia.
En segundo lugar por mi mismo porque podré recuperar, espero, los alquileres aplazados y asegurar el cobro de los que están por llegar. Pero, sobre todo, porque no he tenido que llegar al dilema de tener que desahuciarlo, cosa que puedo asegurar que me preocupaba y hubiese resultado doloroso, porque, tarde o temprano, si la cosa se alargaba, nos lo hubiésemos planteado, desgraciadamente.
Además, es una especie de premio a la compasión y la confianza en este hombre de que podía superarlo. Un premio a la solidaridad.
Te agradezco tu gestión humana y considerada. Te felicito por tu actitud. En ningún momento me he sentido presionado para tomar una decisión dura, y podría no haber sido así.
Esperamos que esta situación se normalice definitivamente.”
De verdad deseamos que estas luces prevalezcan sobre las sombra en este nuestro sector. Hace falta!