¿La obsolescencia funcional de los inmuebles se debe tener en cuenta?
Adquirir una vivienda no es una tarea fácil, y nos pueden ganar las ganas y la ilusión que pueden hacer que nos equivocamos. Lo más importante son los números que tendremos que hacer y que tener en cuenta para que la operación, y el posible gasto posterior, salgan a cuenta. Y es de eso de lo que queremos hablar, de la conocida como «obsolescencia funcional».
¿De qué hablamos cuando nos referimos a «obsolescencia funcional»?
Actualmente todos ya hemos oído hablar de la obsolescencia de los aparatos técnicos que después de aproximadamente dos años comienzan a dar problemas debido a la obsolescencia programada. Pero las viviendas también pueden quedar obsoletas y generar gastos no previstos antes de su adquisición.
Cuando estamos buscando un inmueble debemos pensar en este concepto y lo que conlleva.
La obsolescencia en el sector inmobiliario hace referencia expresamente a la pérdida de valor del inmueble ya sea por su estilo, materiales o diseño. Por este motivo es importante conocer también el estado de los inmuebles con las mismas características en el mercado o la misma área.
Si, por ejemplo, estamos interesados en una vivienda antigua en un barrio lleno de casas nuevas, este inmueble lo consideraremos con obsolescencia deficiente, ya que su valor es inferior en relación al de su entorno y, muy probablemente, habría pocos compradores potenciales. A la inversa, sin embargo, también puede suceder que si las casas viejas tienen mejores calidades, diseño o distribución que las nuevas, en este caso el cliente potencial no pagaría lo que las casas nuevas ofrecen, por comparación.
Por otra parte, también se puede considerar obsolescente alguna característica particular de aquella propiedad que pueda restar valor. La mayoría de estas características están relacionadas con el diseño de aquella propiedad. Un ejemplo sería una piscina antigua en un lugar inadecuado, los muebles del baño o cocina pintados de un color demasiado desfasado o llamativo, etc ..
Cuando existe la obsolescencia funcional debemos hacer una pregunta importante: se puede solucionar?
Una obsolescencia funcional insubsanable sería, por ejemplo, cuando hablamos de entorno o estructura en comparación y aquella que, para solucionarla, costaría más que el propio valor del inmueble. Cuando hablamos de una obsolescencia solucionable nos referimos a su interior, a renovaciones posibles de hacer y que aumentarán su valor en el tiempo. En este caso la pregunta sería, ¿Vale la pena? Y, ¿Quién lo debe costear?
Esta última pregunta es también muy importante y se debe plantear antes de realizar la operación. Quizás el inmueble vale la pena y sale a cuenta comprarlo y darle valor a posteriori solicitado una reducción en el precio o hacer que el actual propietario se haga cargo de la obsolescencia. Pero, esto ya es opción personal!