La mejor edad para comprar una vivienda
Una de las decisiones más importantes en la vida de una persona o familia es, actualmente, convertirse en propietario. Y es que, comprar una vivienda hoy en día supone un desembolso tal que puede hacer cambiar nuestro día a día durante varios años. Por ello, el mejor consejo es no precipitarse, meditar todos los pros y contras y hacerlo en el momento justo. Analizar todos los aspectos es clave para ayudarte a tomar la mejor decisión.
La edad para adquirir una vivienda es muy relativa y, cada vez, influye más el mercado inmobiliario en relación a la oferta de obra nueva y el aumento de precios de alquiler. Por otro lado, también las posibles ayudas que haya a nivel estatal para la adquisición de la primera vivienda y otros factores como la situación laboral y familiar del cliente potencial.
En 2017 más de un 40 % de las peticiones de hipoteca fueron de compradores de entre 30 y 40 años. Un 27 % pertenecía a compradores de entre 40 y 50. El 17,5 % pertenece a compradores de entre 18 y 30. Ésta última franja de edad viene marcada por la inestabilidad del mercado laboral y el temor de las entidades bancarias a conceder créditos a clientes tan jóvenes para comprar una vivienda.
Por otro lado, este año 2018, el Gobierno ha anunciado un paquete de ayudas para el alquiler y la compra para menores de 35 años que pretende incentivar la compra mediante una ayuda del 20% del precio total, siempre que el sueldo anual del solicitante no supere los 22.000 euros.
La anterior ayuda es muy positiva, pero, teniendo en cuenta la inestabilidad laboral en la actualidad, parece poco probable apostar por la adquisición. Parece que la franja de edad entre 35-45 años es la más común y acertada, ya que el empleo parece estabilizarse y la economía familiara permite una inversión de este tipo convirtiéndose en un gasto más asequible.
Es importante decidirse a dar este paso cuando el desembolso para la comprar una vivienda pueda asumirse como un gasto más y no como un reto mensual que puede llevar a problemas mayores en un futuro afrontando, quizás, un desahucio por no poder cumplir con la deuda.